Hace poco me tocó ir a hacer las compras un día sábado tipo 12:00 am. Ojo no a cualquier supermercado, Jumbo – Alto Las Condes = a cuanta familia en las mismas que yo. Como he ido cultivando la paciencia me lo tomo con calma y voy “vitrineando” cuanta oferta existe. Y si hay algo para lo que soy débil es para la oferta y si me atienden bien es más peligroso aún.
Aparte de la cantidad de gente que había, el exceso de promotoras/es era realmente impresionante. En las verduras una chica promocionando “la mejor piña” vamos echando al carrito esta deliciosa fruta.
Luego voy cerca de los jamones/embutidos, y hay cuanta parrilla eléctrica prendida con chicos y chicas vestidos de “chef” promocionando la marca que les corresponde. Por ese sector paso rápido, no como carnes rojas y la manía de no soportar a quedar pasada a fritanga es mayor a cualquier degustación.
Los chocolates, pruebo todo y ahí es cuando comienzo a tomar atención de estos “promotores”, ya no son solo chicas/os bonitos que te muestran un producto con una sonrisa que da un poco de miedo de lo falsa que es. Ahora venden y lo peor (para mí) es que lo hacen bien. Te cuentan cuantas calorías tiene, de donde viene el producto y CHAN! Sin darme cuenta esta en mi carrito.
Llego al sector “aperitivo”, otro sector peligroso y aparece un chico ofreciendo un producto que ni borracha lo compraría. “le digo no gracias” y me mira con una cara de “hey gatita no sabes lo que te estás perdiendo” y me mete una conversa del producto que nos falto sacar un pucho. Porque hasta nos reímos.
No me doy cuenta el despidiéndose de mí como si fuéramos los mejores amigos especiales y yo de la misma manera obvio, el hizo bien la pega.
Después cuando veo lo que había comprado me doy cuenta de que me “engatusaron” para comprar el producto, me baja ataque de risa (de mi misma, obvio) y recuerdo lo mino que era y lo perdono.
Les advierto que estos promotores/as pueden ser un real peligro, sobre todo para tu cuenta corriente. Ojo con eso ha!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario